sábado, 30 de agosto de 2014

El castigo



Muchas personas leen o escuchan lo que se les explica sobre el cachete y el castigo, piensan en la infancia, recuerdan cómo se sentían cuando sus padres les pegaban o castigaban y empiezan a abrir la mente. La abren hacia lo desconocido: "Vale, quiero intentar no hacerlo como lo hacían los mayores cuando yo era pequeño, pero ¿cómo?". Pues vamos a daros seis consejos para lograr educar sin castigos, para empezar ese camino.


No sé si son los mejores seis consejos, y es probable que alguien los pueda explicar mejor, pero creo que son un muy buen principio para tener una base con la que ir trabajando para, luego, ir escuchando más ideas, ir leyendo artículos y libros que hablen de ello o ir viendo a otros padres solucionando conflictos evitando los cachetes, los gritos y los castigos.
1. ¿Lo ha hecho queriendo o sin querer?


Tu hijo acaba de hacer algo que no te gusta, te molesta o consideras que no está bien. Te planteas la posibilidad de castigarle, porque es lo que sueles hacer, o porque en esa situación la mayoría de padres harían eso (o cuando eras pequeño y lo hacías, a ti te castigaban). Pues bien, antes de hacer nada hazte esta pregunta: ¿Lo ha hecho queriendo o sin querer?


Los niños no son tan hábiles como lo somos nosotros y a veces intentan hacer las cosas por sí mismos. Si nosotros les echamos un vaso de agua seguro que todo el líquido cae en el vaso. Si ellos deciden hacerlo por sí mismos, seguro que parte cae en el vaso, parte en la mesa y parte en el suelo. Si es agua, se seca rápido, pero imagina que se ha echado leche o zumo. Da rabia, ¿eh? Todo el suelo pegajoso, salpicaduras por todas partes y fregona y trapo seguro durante un rato. Dan ganas de... pero no. No lo ha hecho queriendo. De hecho, estaba haciendo una de las cosas que más les gusta a los padres: ser independiente. Todos los padres quieren que sus hijos sean independientes, que pasen tiempo solos, que se entretengan con sus cosas sin tener que estar llamando a papá y mamá constantemente para todo. Pues bien, resulta que tiene que ser independiente y autónomo pero solo a ratos. Si es para echarse bebida, mejor que no lo sea. Pues va a ser que no, los niños se hacen autónomos para todo (así que somos nosotros los que tenemos que decirles "me encanta que intentes hacerlo solo, pero para echarte agua/leche/... avísame y te ayudo).


Haciéndonos la pregunta nos damos cuenta de que sólo quería beber, y por no molestar, o porque ha aprendido, ha decidido hacerlo solo. Sólo con esto debemos tener claro que no podemos castigarle.


La mayoría de cosas que nos molestan o exasperan las hacen porque no saben hacerlas mejor o porque no saben que están mal. Es normal, ellos llevan muy poco tiempo con nosotros. ¿Tu hijo tiene 3 años? Busca una foto tuya de hace tres años y date cuenta de que fue anteayer, que apenas has cambiado... pues tu hijo, por entonces, ¡ni siquiera existía! ¿Cómo va a saber en tan poco tiempo todo lo que está bien o mal?
2. ¿No será que espero demasiado de él?


Porque lo comparamos con otros niños, porque alguien nos ha dicho que con esa edad ya debería hacer tal o cual o ya no debería hacer tal o cual, porque acaba de tener un hermano y se ha hecho mayor de golpe, muchas veces les estamos exigiendo de más.


Va ligado con el punto anterior. Son niños, son pequeños y a veces creemos que han vivido lo mismo que nosotros o que, porque les hemos explicado algo una vez, ya tienen que controlar totalmente todas las situaciones. Debemos hacernos esta pregunta: ¿no será que espero demasiado de él?¿No estarán nuestras expectativas por encima de sus posibilidades? Porque si es así viviremos un conflicto tras otro.


Llevan poco tiempo con nosotros, así que por ser nuevos en el mundo merecen paciencia infinita y mucho diálogo. No puede ser que tengamos más paciencia con los adultos que con ellos.
3. Si lo ha hecho queriendo, ¿por qué lo ha hecho?


Resulta que la respuesta a la primera pregunta no ayuda demasiado porque está claro que lo que ha hecho el niño lo ha hecho queriendo, con mala intención, tratando de molestar. Aquí muchos padres optarían por la silla de pensar, "vete a tu cuarto", "te has quedado sin postre" o el castigo que decidieran. O si está molestando, por eso de ignorarle: "no le hago caso, precisamente, porque está intentando llamar mi atención".


Pero no podemos quedarnos con el acto concreto, porque estaríamos trabajando a nivel superficial. Si tienes una humedad en el techo no la solucionas pintando, buscas de dónde sale agua porque si no, en pocos días, volverás a tener una mancha en el techo. Pues lo mismo, ¿por qué lo ha hecho?





Puede ser porque está aburrido, porque se siente solo, porque te pide pasar tiempo contigo y no pasas el suficiente con él, porque siente que no le quieres, porque haciendo cosas malas es la única manera de que le hagas caso, porque... La causa es importante. Soluciona la causa y evitarás muchos problemas.
4. Huye


Cuando nos enfadamos, cuando perdemos la paciencia, cuando notamos que llegamos a nuestro límite, nuestro cerebro racional se desconecta, pero no es el único, el emocional también lo hace y entonces entramos en lo que más de una vez he definido como "modo automático", o lo que es lo mismo, entra en funcionamiento el cerebro reptil, el más primitivo, el que sólo tiene como funciónprepararnos para la huida o la lucha. Vamos, que sale lo peor de nosotros, los gritos, el "ya está bien", el cachete, las reacciones y decisiones en caliente. Es la lucha con nuestro hijo o hija. En ese momento no pensamos en que podemos hacerle daño físico o daño moral (el racional desconectado) y en ese momento no sentimos (el emocional desconectado) y no hay nada que pueda evitar el "automático" contra ese niño que en otras circunstancias nos comemos a besos inundados de amor.


Iniciamos la lucha porque sabemos que no podemos perder. El problema es que pierde nuestro hijo y, en cierto modo, perdemos nosotros. Si abusamos del automático nos acostumbramos a él y saltará cada vez más a menudo. Si usamos el automático, alejamos a nuestro hijo de nosotros. Le alejamos emocionalmente. Podemos conseguir que pierda la confianza en nosotros, y ninguna relación de amor o cariño necesita que los que la forman pierdan confianza el uno en el otro, sino todo lo contrario.


Por eso no luches, huye. Si ves que pierdes el control, si ves que puedes hacer algo de lo que te puedas arrepentir, huye. No afrontes todavía el problema. Respira hondo, no trates de educar a tu hijo en ese momento o de explicarle nada y haz lo mínimo mientras respiras hondo, cuentas hasta 10, 100 o mil y vuelves a controlarte.


Yo lo hago a menudo, mientras voy a por la fregona, el trapo, mientras arreglo el desaguisado. Me muevo, actúo, callado, como un autómata. Prefiero no decir nada a decirlo todo porque si hablara, ¡ay! si hablara.


Y luego, unos segundos o minutos después, le digo al niño qué pienso sobre lo que ha hecho o le insto a que solucione lo que ha hecho, con más calma. Un secreto: esto no me suele funcionar cuando se están pegando. No hay nada que me moleste más que verles haciéndose daño, y eso me hace actuar en el momento, sin darme tiempo a contar (les separaría igual, pero esperaría a calmarme para dar mis argumentos). Enseguida les digo lo poco que me gusta y que "no se hace daño a quien se quiere". Por suerte, mi modo automático es bastante light.
5. Pon remedio. ¿Cuál es la consecuencia real de lo que ha hecho?


Los castigos son consecuencias que los adultos inventamos ante un acto que no nos gusta: sin postre, sin tele un día, tantos minutos en la habitación, sin parque, etc. Cada padre o madre inventa la consecuencia según la gravedad del acto o según el momento del día, pues al mediodía, con más paciencia, el castigo es más leve que en la tarde noche, cuando estás más cansado y lo último que te apetece es tener que lidiar con algún problema similar.


Pero esto es un error. El niño puede no aprender porque no es capaz de realizar la asociación entre lo que ocurre y lo que ha hecho, básicamente porque la consecuencia puede ser siempre diferente y porque, en realidad, no tiene nada que ver una cosa con otra. ¿Qué tiene que ver que haya roto algo con que no pueda ver la tele?


Debemos tratar de ayudar a los niños a ver cuáles son las consecuencias reales de lo que han hecho. Si nuestro hijo ha roto algo, debe ver que está roto y, si se puede, arreglarlo con él. Si ha manchado algo, limpiarlo con él. Sí, con él. La consecuencia de mancharlo todo es que hay que limpiarlo y "yo te ayudo, pero ten en cuenta que vamos a perder un montón de tiempo limpiando, tú y yo. Podríamos estar jugando juntos, o leyendo un cuento, o haciendo algo más divertido, pero ahora tenemos que limpiar, y yo prefiero jugar, leer o hacer otra cosa".


Si ha hecho daño a alguien, explicarle que el otro niño está llorando, decirle "mira cómo llora el niño, no creo que quiera volver a jugar contigo" y ponerle en su lugar "imagina que estás jugando y viene otro niño y te pega. No te gustaría, ¿verdad? Pues a él tampoco le ha gustado".


Esas son las consecuencias reales de sus actos. Eso es lo que deben conocer y muchos niños no conocen porque son castigados con otras cosas sin saber el alcance de lo que han hecho. "Pídele perdón y nos vamos", dicen algunos padres. Pues "perdón", un beso, y nos vamos a casa. No, así no. Un día vi a un niño cascando a otro y, al decirle "no se pega" se acercó al niño, le dio un beso y se fue tan contento. Claro, le habían enseñado a solucionarlo así.
6. El mantra al que acudir cuando olvidemos todo lo demás





Cuando pase el tiempo, cuando los cinco consejos anteriores se vayan oxidando, por lo que sea, y necesites volver a leerlos pero no sepas cómo volver a dar con ellos o no recuerdes ni dónde los leíste, recuerda esta frase: "Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite".


Artículo compartido de bebesymas

viernes, 15 de agosto de 2014

15 formas sencillas de estimular a tu bebé



El cerebro de tu bebé es una esponja. Para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar. Aquí tienes 15 ideas prácticas para ayudarle a descubrir el mundo.
Ideas para estimular a tu bebé Música de Mozart, fichas para aprender a leer, un módulo de psicomotricidad…  El movimiento y la estimulación son los únicos alimentos que necesita su cerebro, y su mejor herramienta de aprendizaje...
¡somos nosotros! En casa, sin preparación especial, podemos ayudar a nuestro peque a sentar una buena base sobre la que reposará todo lo que aprenda después. El primer año de vida es una época dorada, nunca después adquirirá tantos conocimientos en tan poco tiempo ni tan importantes para su desarrollo. Qué responsabilidad, ¿no?
No hay que agobiarse. Nuestro peque es más listo de lo que parece. Como todos los bebés del mundo, viene de serie con una serie de reflejos primitivos que le empujarán a gatear cuando toque, a sentarse y ponerse erguido cuando esté preparado...
Nosotros solo tenemos que acompañarle en ese proceso, y ofrecerle un entorno seguro donde desarrollar sus capacidades. Su cerebro es una esponja y, para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar y que le animemos a descubrir el mundo por sí mismo. Estas son algunas cosas prácticas que podemos hacer para estimular al bebé.

Estimular a tu bebé: 15 formas sencillas de estimular a tu bebé
1. Darle el pecho
Ya sabemos que la leche materna es lo mejor para su cuerpecito pero, además, también es perfecta para alimentar su cerebro. Los bebés nacen con un número determinado de neuronas que tienen que conectarse entre sí. Los ácidos grasos que están presentes en la leche materna ayudan a este proceso.
Además, cuando le damos de mamar, al cambiarle de pecho estamos favoreciendo la simetría corporal. De ahí que se recomiende alternar el lado de la toma también cuando toman biberón.
De 3 a 6 meses.
· El test de la lactancia materna

2. Tocarle mucho
Los bebés vienen de un medio acuoso y cerrado y tienen que aprender a saber cuáles son los límites de su cuerpo: dónde acaban ellos y dónde empieza el mundo, básicamente.
Cuando les masajeamos, se despiertan los receptores externos que les hacen darse cuenta de dónde están. Además, al niño que tiene problemas para iniciar la lactancia le ayudarán unos masajes en la palma de la mano y alrededor de la boca, al que tiene el intestino perezoso, en la barriguita...
De 3 a 6 meses.
· Los bebés necesitan contacto, seguridad y ritmo para dormir

3. Juegos de imitación
Cuando nacen, parece que solo comen y duermen... o no. En realidad, están deseando comunicarse con nosotros, desde el minuto uno. ¿Acaso no nos responden sacándonos la lengua cuando nos ven hacerlo a nosotros? El bebé va identificando a las personas que componen su círculo de confianza, ve que esas personas hablan, observa cómo abren la boca y producen sonidos, cómo acompañan los gestos de la cara al mensaje...
Es una primera comunicación no verbal, que se completará cuando respondamos a sus grititos y gorjeos y les animemos a imitarnos.
De 3 a 6 meses.
· Juegos de imitación para niños

4. ¡Al suelo!
Alrededor de los 9 meses, empezarán a gatear (insistimos, cada niño tiene su propio ritmo), pero a partir de los 6, ya podemos pasar ratitos en el suelo (pueden estar boca abajo desde el momento en que sostienen la cabeza), animarles con juguetes para que desarrollen la musculatura al intentar cogerlos o poner nuestras manos como tope si vemos que inician la marcha hacia atrás. Boca arriba, hay que intentar que hagan
movimientos laterales hacia ambos lados, por ejemplo, llamando su atención con objetos, sonidos o... con su juguete más preciado: papá o mamá.
De 6 a 9 meses.
· Ejercicios de estimulación: ¡vamos a gatear!

5. ¡Movimiento, por favor!
Todos los papás aprenden instintivamente que el balanceo, los movimientos rítmicos, ayudan a calmar al bebé. La constancia en determinados movimientos genera rutas, conexiones cerebrales que le ayudan a predecir qué va a pasar a continuación.
Es lo mismo que cuando le atendemos en cuanto nos reclama: “Lloro y mamá viene enseguida”, pensará.
De 0 a 3 meses.
· ¿Dónde colocar al bebé si todavía no se sienta?

6. Una casa a su medida
Durante el primer año, la casa se adapta al bebé y no al revés. Cuando empiezan a moverse solos necesitan un espacio que sea seguro para ellos, pero también donde puedan gozar de cierta libertad y no haya que decirles continuamente: “Eso no  se toca”. Así que lo mejor es mantener fuera de su alcance todo lo que sea peligroso o se pueda romper (podemos ir enseñándole que lo es, dejando el objeto prohibido a su alcance para que aprenda que no lo puede tocar, pero que sea la excepción). En su cuarto necesitará espacio, suelo para moverse y tener los juguetes a mano.
De 9 a 12 meses.
· Una habitación a su medida

7. Cerca del corazón

Si nuestro bebé es de los que se dejan envolver (hay otros que se agobian y no soportan no poder mover los brazos), resulta muy conveniente alternar periodos de libertad, por ejemplo, solo con el pañal, con otros en los que, ya sea envuelto en una toquilla o mantita en el carrito o con nosotros en el fular, vuelva a la seguridad del útero materno.
Llevarlos envueltos también desarrolla el tono muscular, porque los bebés hacen pequeñas presiones al intentar moverse y buscar los límites del espacio.
De 0 a 3 meses.
· Los beneficios del fular portabebés

8. Mucho por investigar
No necesitan cacharros sofisticados, pero sí objetos de diferentes texturas, materiales o grosores. Pueden ser telas, cordones, tuppers, botellas de plástico, tapas, un palito, una hoja... Deben tener diferentes agarres, desde objetos grandes, como una pelota de trapo que vaya a manejar con la palma entera, a objetos pequeñitos que pueda coger con los dedos (para ayudarle a desarrollar el movimiento de pinza).
De 6 a 9 meses.
· Jugar con objetos cotidianos

9. Pista de obstáculos

Antes de echarse a andar, necesitan dominar todos los movimientos (giros laterales, sentarse, ponerse de rodillas...). Para ayudarles a través del juego, podemos convertir nuestro salón en una sala de motricidad. ¿Cómo? Pues colocando un cajón a modo de obstáculo para rodear, cojines sobre los que pasar, una mesa para gatear por debajo, juguetes como meta y... el módulo más divertido: nosotros en el suelo para que nos
escale o nos utilice como apoyo para ponerse de pie. “¡Ay, qué cosquillas!”.
De 9 a 12 meses.
· Juegos en casa para niños

10. I speak English
Para ayudarle a desarrollar la agudeza auditiva, podemos ponerle canciones en diferentes idiomas (basta con teclear en Google “músicas del mundo” y seguro que aparecen un montón). ¿Va a ser nuestro pequeño multilingüe con esto? Pues solo con esto no, pero su capacidad de discriminación de esos sonidos va a ser mayor y, por lo tanto, le resultará más fácil aprender nuevos idiomas.
Por cierto, una explicación para los papás que se celan porque el bebé se queda hipnotizado escuchando la voz de su mamá: es cierto que el recién nacido está más preparado para distinguir los sonidos agudos, pero a medida que pasen los meses, también escuchará perfectamente las voces más graves (es por eso por lo que dicen que la música de Mozart es mágica, porque tiene todas las frecuencias del sonido).
De 3 a 6 meses.
· Quiero que mi hijo sea bilingüe

11. Juega conmigo

Aunque nuestro pequeño esté hecho un auténtico aventurero, hay ciertos juegos que no puede llevar a cabo sin nuestra colaboración: el aserrín aserrán, el caballito, guerra de cosquillas, el avión... Con todos estos juegos de movimiento desarrolla la musculatura, el equilibrio, disfruta con cierto nivel de peligro controlado... y algo no menos importante: cuando nos reímos juntos, los lazos se estrechan, la familia se hace
más fuerte, construimos recuerdos.
De 9 a 12 meses.
· Juegos para que tu niño de 1 año se parta de risa

12. Experimentar con la comida
En cuanto empiezan a probar distintos tipos de comida, es bueno dejarles que experimenten con ella. Si ya se sostiene sentado, puede ser uno más en la mesa familiar, sentado en su trona o en nuestro regazo. Se sorprenderá con todos esos nuevos sabores, olores y texturas, mejorará la motricidad fina al coger la comida con sus deditos y, lo más importante, asociará la hora de comer con un momento feliz junto a
papá y mamá.
De 6 a 9 meses.

13. Proponerle retos
Los bebés tienen un montón de juguetes desde que nacen, pero ellos no necesitan tantos.El buen juguete es el que supone un reto, el que le da la oportunidad de ensayar, hacer algo y conseguirlo. Por eso es mejor agotar cada juego y, cuando lo haya conseguido, ir introduciendo otros que le supongan nuevos desafíos. Ojo, tiene que ser un reto asumible. Aunque es importante que empiecen a desarrollar tolerancia a la
frustración, si el nivel de dificultad no está adaptado a su momento, no será interesante para él (es mejor guardar el juguete y ofrecérselo cuando haya avanzado más). Lo mismo pasa con los libros. Un bebé no necesita más de cinco cuentos. No quiere variedad. Quiere repetirlos, predecirlos, darse cuenta de lo que él sabe. Luego, los cambiaremos por otros cinco que serán sus favoritos del momento.
De 9 a 12 meses.
· Mitos sobre la inteligencia del bebé

14. Retransmitirle la jugada
Por la calle, "¡mira, un camión!", en el baño: “ahora te voy a lavar el piececito, ahora las manos...”. Explicándole las cosas, le ayudamos a descubrir el mundo, a que le vayan sonando las palabras cotidianas y, además, al contarle lo que vamos a hacer en cada momento, él anticipa lo que va a pasar, lo que le da seguridad.
De 6 a 9 meses.
· El desarrollo del bebé: descubre cuánto sabes 15. Aprendiendo a gatear y caminar Cuando los niños empiezan a gatear (ya lo hemos dicho: en esa etapa, suelo, suelo y más suelo y si hay más niños y adultos ahí abajo, mucho mejor), el siguiente paso es que se sujeten y se eleven por sí mismos. Lo ideal es que dispongan de un sitio en el que apoyarse y que puedan rodear, por ejemplo, un correpasillos que sea  relativamente pesado, que le cueste un poquito tirar de él y así le sujete. Está bien que les llevemos nosotros de la mano, pero cuando les dejamos solitos y ellos toman la iniciativa, se favorece su autonomía y su autoestima. El mensaje es: "Tú explora, mi niño, que aquí estoy yo por si acaso".
De 9 a 12 meses.
· ¡Vamos a gatear! Juegos de estimulación



Artículo compartído de http://publicidadweb.gyj.es/campaign/sp_canales/sp_logo.png